La irradiación espiritual que escuchas es la vibración de la Luz de las Altas Esferas que se manifiesta en palabras de los instrumentos humanos en estado letárgico especial. Las Luminosidades vibrantes de los sutiles dominios, las reconocerás por su altitud, así como reconocer al buen árbol por su buen fruto. El organismo humano es captor, transformador y expelente de las superfinas y ultrarrápidas vibraciones de la Luz y energía espirituales; es, hablándote en tus pequeñas analogías, aparato orgánico remotamente parecido a vuestros aparatos de radiofonía. El transformar la radiante energía espiritual en energía antropológica que se manifieste en potencialidad sonora por los órganos adecuados del humano, es cosa fácil para un Espíritu. Más, si no crees que soy Jesús en vibración luminosa y espiritual irradiando para ti, ponme el nombre que quieras, pero SIENTE, he dicho y te repito, SIENTE las emanaciones del Amor Divino que dulcemente te llama al sendero de la paz, al camino de la unificación en una sola familia, con un solo Padre y con una sola bandera: La bandera blanca y purísima del Amor de Mi Padre Celestial. Esparce sobre todos los seres y sobre todas las cosas pensamientos llenos de Amor, de ternura, irradia tú también esa Verdad inmaculada y omnipotente de la armonía Divina que palpita en el Universo infinito y en tu propio ser, y, recibirás la vida verdadera, bellísima y eterna; sentirás la vida elevada del Espíritu, porque Espíritu eres en esencia y en realidad eternas, no solamente eres el cuerpo pasajero EN EL QUE TU MISMO TE HAS METIDO, y, lo que es peor, lo has degenerado, lo has enfermado más y más en cada generación. Cátedras te daré para que comprendas todo esto. Satura tu Ser de Amor y más Amor, siéntelo hondamente y derrámalo; irrádialo en tus pensamientos, palabras y obras, y, serás servido, hombre de ninguna fe y de pobrísima espiritualidad.


No, no necesitéis más que el dolor os despierte, Despertad vosotros por el mensaje del Amor. Yo os traigo el Amor divino; Despertad en mi Palabra, Despertad con esta Voz, en la que surge en este momento el desgranar de perlas espirituales que son el Evangelio vivo de la Palabra clave de la salvación del hombre para siempre; entiende, comprende, razona y siente, pues de no hacerlo, seguirás en tu Mundo de Tinieblas.

Esta cantidad de Desencarnados (almas sin cuerpo físico), que tienen, el dolor unos, el coraje otros, el arrepentimiento otros, el asco de haber pecado, y sobre todo de haber bajado hasta los bajos fondos del materialismo, en el que sienten horror y vergüenza. Podéis veros en ese espejo, Humanidad: poco es el llanto del cuerpo, comparado con el llanto del alma; pequeño es el llanto de la carne, comparado con lo grandioso del dolor del Alma, que es altamente sensitiva. El Alma misma no se perdona, por desobedecer y haber desobedecido las Leyes de Armonía con el Infinito, las Leyes de Armonía con el Universo, las Leyes de Armonía con Mi Padre.

En verdad, decís: “Si yo hubiera sabido que iba a morir, hubiera gastado en mí mismo, todo lo que trabajé; porque así hice una equivocación, cometí una torpeza: Trabajé para los demás”. ¡Ay de Vosotros, ay de Vosotros! ¡Que pensáis así, solamente en vosotros, y no pensáis en lo que manda la Ley Divina de Mi Padre, que es mi propia Ley! Al decir: “Amaros los unos a los otros”, quiere decir: Ayudaros los unos a los otros, por lo que el amor inspira, por lo que el amor impulsa y el amor dice: Dale a tu Hermano de lo que Dios te ha dado a ti. Entonces, a vosotros que decís: “Que si hubieseis sabido habríais gastado en vosotros”. Así hubierais sido en vicios, así, en corrupción. Habéis caído bajo, profundamente bajo, porque en vuestra encarnación que viene, seréis nacidos en miseria; tal es la Ley. No soy Yo, es la Ley que habéis formado vosotros: La de “Ojo por ojo y diente por diente”. En miseria naceréis en miseria moriréis, porque la Ley divina, es de Amor y el Humano, el humano que tiene rencores; lo que recibe, devuelve “Ojo por ojo y diente por diente; por eso sufre el humano pero si tú vienes a mi Ley que es la más hermosa la más luminosa, la más grande de todas las leyes: esa no te hará llorar, esa no te hará sufrir, esa te hará dulce como el fruto dulce, y si lloras, no llorarás por efecto del rencor.

Lloraréis por el dolor de tus hermanos, es una elevación para tu escala espiritual; se llora por rencor, por coraje, por orgullo, por venganza, por tantas pasiones y todos los que lloran por pasiones y por ardores de la Tierra, están muy bajos en alma: pero Aquél que derrama llanto por el dolor de la Humanidad, por los que tiene cerca y ve sufrir; Aquél que comparte su pan, su mesa y su sal; Aquél que enseña lo que es en verdad el Amor, ese es mío, y mi Reino es de él, De cuáles sois vosotros Sois de los que pensáis solamente en vosotros, o de los que compartís el pan, la masa y la sal De los que dais agua para el sediento y alimento para el hambriento y descanso para el cansado, reposo para el peregrino. Piensa, Humanidad calificante, Humanidad; reflexiona, Humanidad; analiza, siente y vive quién eres, qué eres, qué hay dentro de ti. Tú que sabes ver lo que hay fuera de ti, Yo te pregunto ¿Tú que vez por fuera, que hay dentro de ti; qué has hallado, qué has encontrado? No te has hallado en ti mismo; no te has encontrado espiritualmente hablando, no sabes quién eres, Hijo mío. Y me andas buscando, y moro en ti. No sabes quién eres, oh Átomo mío, Átomo espiritual, Átomo esencial, y me andas buscando, creyendo que eres de una Esencia extraña y de una vida ajena.

Hijo mío; y tú y Yo, somos Uno, mas Yo en grandeza y tú en Átomo, pero un Átomo que vas creciendo para dejar de ser Átomo cuando seas Uno Conmigo. Crece, oh Átomo mío, crece más cada día; siéntete lleno de tu grandeza; siéntete lleno de mi Padre y de Mí; crece más oh Átomo mío hasta llegar al Solio por el cual los Pecadores reciben la unificación y la solidificación del Santo Uno; y en Verdad en esta Cátedra de dos Auditorios combinados, porque uno es espiritual y el otro tiene materia; combinada también es mi Palabra, y cada uno tome en esta combinación lo que a cada uno corresponde; dentro de lo que debe saber, de lo que debe saber por ahora; porque lo que sabes ahora, no es lo que tienes que saber en el mañana de tu vida; cada día sabrás más y más, y en el futuro te harás más entendido de las cosas espirituales, más comprensivo, más dócil. Bienaventurados lo que se sienten pequeños como niños; Bienaventurados, porque de ellos es el reino de los Cielos de las blancas Luces. Entonces, ay de vosotros que habéis pensado que no habéis gastado todo, puesto que si hubieseis sabido, ¿lo hubierais hecho? ¿Y cuáles serían las cuentas que hubieseis recibido? Peores de las que habéis llevado como un fardo en vuestra conciencia. Si hoy vais a recibir lo que merecéis, si hubierais gastado en vicios todo, mayores serían las cuentas del dolor y mayores las reencarnaciones dolorosas del porvenir. De cierto os digo que las muchas reencarnaciones dolorosas que hacéis en vuestros  errores, sólo el Alma las llora y la conciencia las entenderá, pero la alta Conciencia espiritual.

Y así os digo: No os liguéis con nadie en la Tierra por odios ni rencores ni errores, ni caprichos, ni vanidades ni pasiones ni materialismo no os liguéis así, ligaros por amor, por amor divino, por amor sagrado, por amor espiritual que es el amor perfecto; o sea el verdadero amor al que se le debe llamar Amor como al rocío se le llama rocío y a la luz de la mañana, se le llama luz de la mañana; y vosotros le llamáis a otras pasiones: Amor, cuando las pasiones no son Amor; el Amor, es del espíritu y es inmaculado. Pueden tener reflejos espirituales, pero no son todo espíritu. El que tiene la capacidad de amar espiritualmente, es ya grande, ya tiene Luz, ya es un Apóstol en la Tierra; el que tiene la capacidad de amar espiritualmente a sus Semejantes, él es en verdad a mi semejanza, pero ¿cuántos hay ya en la Tierra, que tienen la capacidad, esa capacidad amplia, espiritual y luminosa para amar a sus semejantes? Porque Yo os enseñé en verdad el Amor espiritual, el verdadero Amor espiritual, el que no se confunde con los otros mal llamados amores; por eso os amé antes de que me llevaseis á la cruz; os amé en la cruz, y os amó todavía después de la cruz en el Reino de los Cielos; y os sigo amando, os sigo perdonando, os sigo dando mi bendición; os sigo curando el alma y el cuerpo, si venís a Mí, pero por medio de la fe pedirme todo, porque si lo pedís sin la fe, no recibiréis, y por medio de la fe recibiréis cosas grandes que llamaréis maravillosas que sin la fe no podréis recibir.

La fe, es la medida de las posibilidades en la Criatura Humana. Entonces, mi Pueblo de Encarnados y Desencarnados, entended que si vais a entregar cuentas de lo que mi Padre os ha dado, cuentas de cada Hijo de la Tierra, cuentas de cómo habéis sido como hijos, cómo sois como padres, cómo sois como hermanos, cómo sois como Hermanos de la Humanidad, cómo sois como ricos, como pobres, cómo sois en materia, para que así recibáis los reflejos como Ser, en espíritu, ya que la materia es el instrumento que el espíritu tiene para trabajar en ella, o sea en el instrumento materia, dejadlo trabajar porque es mi Átomo, porque es mi Hijo, porque es mi Criatura, porque es la Verdad interna, que eres tú mismo; así en esta Enseñanza podéis entender, que nadie pasará, nadie, absolutamente nadie; con su Libro de las Cuentas cerrado sin abrirlo; todos tendrán que abrir el Libro de la Conciencia, ante Cristo y ante mi Padre Celestial; pero Yo no soy vuestro Juez, soy vuestro Defensor, y como Defensor he venido a daros mi Palabra espiritual para que ella os purifique  el pensamiento, las intenciones y sobre todo para que vuestras obras sean mejores.

Yo no hablo para dejar a vuestros oídos, satisfechos; Yo hablo para dejar a vuestra conciencia alerta, para que ya no pequéis más en contra de vosotros mismos, porque el Pecador peca en su contra, puesto que cada error es en verdad un filo que hiere un lodo que mancha, un dolor punzante contra sí mismo. El Pecador incurre en un pecado y con el se hiere y por él llora, quiere dejarlo atrás y no puede desprenderse de lo que ha hecho y sigue viviendo con el, y el hombre sigue aumentando sus hijos del pensamiento malo, sus pecados, y sigue con ellos como un fardo, por eso os invito a dejarlos y a tomar la enseñanza espiritual: “No pienses mal, no hables mal, no hagas mal”, dicen mis Libros de la Verdad, para que no hagas fuego que te queme, para que no te quemes en el propio fuego de tus pensamientos, palabras y obras; y así vuelvo a repetir: Aquel que dice: “No aproveché la vida”, lo dice porque no aprovechó más en la Materia. Si supieseis vosotros, que es todo lo contrario; aprovechar la vida, es aprovecharla en cuanto a lo que lleváis espiritualmente; en cuanto al saber del sentir y el pensar espiritual que habéis desarrollado. Vosotros, Sembradores, lleváis la Semilla y levantaréis la cosecha; pero a un Espiritualista, si Yo le preguntara: ¿Para qué quieres la vida? El Espiritualista, si fuera un verdadero Espiritualista, en caso de serlo, diría: “Quiero la vida para ganar el Cielo; quiero la vida para trabajar para el bien de mi alma; o sea para obedecer la Ley de mi Padre, para que florezca la Ley de mi Padre, para manifestar cómo Quiere mi Padre que vivan los hombres de la Tierra; para manifestar la Voluntad de Dios Vivo; la Vida dentro de la Ley, como ejemplo de mis Semejantes; No quiero avergonzarme de nada, quiero vivir armónicamente con cada Criatura, armónicamente con el Infinito, armónicamente Conmigo mismo. Un Espiritualista diría que quiere la vida para hacer su Gloria, que quiere la vida para hacer su Cielo.

Pero dónde está ese Espiritualista Ayúdame a buscarlo por el Mundo, Pueblo, porque todavía no está entre nosotros, mas los que lo dicen, no lo hacen; Yo no busco al que lo dice, busco al que lo dice lo piensa y lo hace; hay tantos Apóstoles y Facultades de Cátedra y Pueblos de diferentes Naves pequeñas o grandes, que pueden decir: “Yo Señor, quiero la vida humana para hacer mi vida espiritual, para hacer la Gloria espiritual”; pero si los llevo al Camino de la acción, es decir; al Camino de la demostración de lo que hablan, del cumplimiento de la  palabra; ahí no responden, porque son más carne que espíritu; y en esto se necesita ser un espíritu fuerte que domine un cuerpo ya entregado al espíritu. Cuando tú hables en el Mundo, a Aquél que suspire por el Cielo, y quiera pensar cada noche que va a entregar cuentas de todo, a entregar cuentas de la educación de cada hijo, de la forma y comportamiento con sus hermanos y con sus semejantes, de las palabras hirientes que ha pronunciado, de las veces que no ha sabido perdonar, porque también ese es un pecado, es un error de rencor, de no querer perdonar, esa es una pequeñez humana, no saber perdonar es una pequeñez del que vive en miseria; hay que ser amplios para amar, nobles y humildes para enseñar a amar. Entonces, esta es una Cátedra que dejo para el entendimiento; Cátedra que en cámara de tu propio corazón, hará mi Presencia para el que vea con la mirada del espíritu. Estoy en cada espíritu, soy Él, o sea: Soy entre vosotros, la mayor parte de vosotros, porque soy Grandeza, y esta Grandeza, escucha, atiende, esta Grandeza os ama, esta Grandeza, viene a enseñar el Camino del Cielo; vengo a vosotros á señalar, Yo he dejado las huellas de mi paso sobre la Tierra; pero a vosotros todavía no os han crucificado, por eso no sabéis cuán grande es el dolor de la traición; y cuán grande es el dolor de la Cruz, y todo eso, mi Pueblo todo eso se puede perdonar. ¿Qué es lo que tú no puedes perdonar? Yo he venido a dejar en la Tierra, he dejado mis huellas de paz, de perdón, de Luz y de Amor. Yo perdoné todo lo que me hicieron, de Herodes a Pilatos; lo que el hombre me hizo, no solamente lo de la corona de espinas, no solamente los clavos de mis manos y mis pies; Yo perdoné todo lo que el hombre me hizo; y tú, mi Pueblo, no sabes, no quieres, no puedes perdonar pequeñeces. Y Yo perdoné todo en la crucifixión. Te digo: “No hay nada en la Tierra, no hay nada en ninguna parte del Sistema Planetario ni del Universo, no hay nada que no se pueda perdonar. Todo se debe perdonar y todo se puede perdonar; y entonces, el que esto hace, es un ungido cristificado, y el cristificado y Yo, no somos dos, somos Uno; cristifícate tú y verás mi Palabra cumplida. He aquí mi Enseñanza, he aquí mi Cátedra…

(EL LIBRO DE LA VERDAD TOMO 6 páginas 4 al 7)